El CO2 y los vehículos en la Unión Europea

CO2 y vehículos de la UE

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Vamos a hablar de las emisiones de CO2, tanto de origen natural como humano, y cómo se relacionan con la emisión de este gas en los vehículos de combustión que circulan por las carreteras de la Unión Europea.

Según el Carbon Dioxide Information Analysis Center (CDIAC), la Tierra emite aproximadamente 770 gigatoneladas de CO2 al año por procesos naturales, mientras que las emisiones humanas suman alrededor de 36 gigatoneladas anualmente.

Estos números pueden ser sorprendentes. A menudo pensamos en las emisiones de CO2 como un problema exclusivamente humano, pero la verdad es que la Tierra misma emite una cantidad significativa de CO2 de forma natural, a través de procesos como la respiración de las plantas y la descomposición de la materia orgánica.

Sin embargo, a pesar de que las emisiones naturales son mucho mayores, las emisiones humanas son las que están causando un aumento en la concentración de CO2 en la atmósfera. Esto se debe a que el ciclo natural del carbono tiene formas de absorber y almacenar ese CO2, mientras que las emisiones humanas se añaden a este ciclo sin una forma de ser absorbidas a la misma velocidad.

Dentro de las emisiones humanas, el transporte, incluyendo los vehículos de combustión interna, representa aproximadamente un 14%, según el Global Carbon Project. Y si hablamos solo de la Unión Europea, si mañana elimináramos todos los vehículos de combustión interna de sus carreteras solo reduciría las emisiones globales de CO2 en alrededor de un 0,5%, según datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente.

Y esta reducción del 0,5% no viene de sustituir los vehículos de combustión por eléctricos, si no de eliminar completamente los vehículos, de todo tipo. En efecto, la fabricación de vehículos eléctricos puede resultar en una mayor intensidad de carbono en comparación con la fabricación de vehículos de combustión interna. La razón principal de esto es la producción de baterías, que a menudo se realiza con energía derivada de combustibles fósiles, contribuyendo así a las emisiones de CO2, según la Agencia Internacional de Energía.

Y siguiendo con datos de esta Agencia, si tomamos en cuenta que la construcción de cada vehículo eléctrico genera, en promedio, 13 toneladas de CO2 (frente a las 8 de un vehículo comparable de gasolina), y considerando que hay alrededor de 300 millones de vehículos en la Unión Europea, la sustitución total de vehículos de combustión por eléctricos liberaría aproximadamente 3.9 gigatoneladas de carbono.

Además, no podemos olvidar el consumo eléctrico necesario para el funcionamiento de estos vehículos. Según Eurostat sólo alrededor del 40% de la generación de energía eléctrica en la Unión Europea proviene de fuentes renovables. También debemos tener en cuenta la gestión de residuos al final de la vida útil del vehículo, especialmente la de las baterías, y la escasez de las materias primas necesarias para la producción de vehículos eléctricos.

En resumen, aunque los vehículos eléctricos son una parte importante de la solución al cambio climático, también presentan sus propios desafíos ambientales que deben abordarse.

El relato popular a menudo sitúa a los vehículos de combustión interna en el centro de la discusión sobre el cambio climático. Y aunque es cierto que estos vehículos contribuyen a las emisiones de CO2, los datos muestran que su eliminación completa tendría un impacto relativamente pequeño en el contexto global.

Eso no significa que no debamos buscar alternativas más limpias. Sin embargo, es importante entender que hacerlo no resolverá el problema por sí solo. Necesitamos abordar todas las fuentes de emisiones de CO2, con una visión más global y estratégica, si queremos tener un impacto significativo en el cambio climático.