Uso de falacias en los debates

Uso de falacias en los debates

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Vamos a profundizar en un tema crucial para poder identificar la forma incorrecta de  argumentar en los debates: las falacias lógicas.

Las falacias lógicas son errores de razonamiento que debilitaban los argumentos y obstruyen la búsqueda de la verdad. Pero con un poco de conocimiento, podemos aprender a identificarlas y evitarlas.

Se las conoce a menudo como falacias aristotélicas porque Aristóteles, el filósofo griego, fue uno de los primeros en estudiar y categorizar los errores de razonamiento en los argumentos. En su obra Refutaciones sofísticas, Aristóteles identificó y discutió 13 tipos de falacias lógicas que comúnmente se presentaban en los argumentos.

Este filósofo era un firme creyente en el razonamiento lógico y la argumentación sólida como formas de descubrir y entender la verdad sobre el mundo, y veía las falacias como barreras para este proceso.

La denominación aristotélica rinde homenaje a su contribución en este campo de estudio. Sin embargo, es importante aclarar que el estudio y la clasificación de las falacias ha evolucionado desde la época de Aristóteles, y muchas de las que se discuten en lógica contemporánea no se encontraban en su lista original.

Veamos a continuación las más habituales y un pequeño ejemplo de cada una para que las podáis identificar más fácilmente.

Falacia del hombre de paja

Comenzaremos con la falacia del hombre de paja. Esta sucede cuando alguien tergiversa o exagera el argumento de otra persona para atacarlo más fácilmente.

Por ejemplo, si yo digo: ‘Creo que debemos beber más agua para mantenernos hidratados’ y tú respondes: ‘Así que estás diciendo que debemos ahogarnos bebiendo agua todo el día’, estás usando la falacia del hombre de paja.

Estás tergiversando mi argumento para hacerlo parecer extremo y ridículo.

Falacia contra la persona

La falacia contra la persona ocurre cuando alguien ataca a la persona que presenta el argumento en lugar de atacar el argumento en sí mismo.

Por ejemplo, si yo digo: ‘Creo que deberíamos hacer más ejercicio’, y tú respondes: ‘¿Y tú qué sabes? ¡No eres entrenador!’, estás cometiendo una falacia ad hominem.

En lugar de discutir mi argumento, estás intentando desacreditarme.

Falacia de la pendiente resbaladiza

Sucede cuando alguien argumenta que un pequeño cambio provocará inevitablemente una serie de eventos catastróficos.

Por ejemplo, si yo digo: ‘Creo que deberíamos comer menos azúcar’, y tú respondes: ‘Pronto estaremos comiendo solo lechuga y viviendo en cuevas’, estás usando la falacia de la pendiente resbaladiza.

Estás exagerando el efecto potencial de mi propuesta.

Falacia de la falsa causa

Esta falacia ocurre cuando se presupone que, si dos eventos acontecen simultáneamente, uno debe ser, necesariamente, la causa del otro.

Por ejemplo, si digo: ‘Cada vez que me pongo estos zapatos, mi equipo gana el partido’, estoy cometiendo una falacia de la falsa causa.

En este caso, estoy estableciendo una conexión indebida entre dos sucesos que, muy probablemente, carecen de relación entre sí.

Falacia de la apelación a la popularidad

Ocurre cuando alguien argumenta que algo debe ser verdadero porque muchas personas lo creen o lo hacen. El problema con este razonamiento es que la cantidad de gente que cree en algo o se comporta de cierta manera no tiene nada que ver con si ese algo es verdadero o correcto.

Imagina que estás en una conversación sobre nutrición, y alguien dice: ‘Las patatas fritas deben ser saludables. Después de todo, millones de personas las comen todos los días’.

Este es un argumento falaz porque el hecho de que muchas personas coman patatas fritas no tiene nada que ver con si son saludables o no. La popularidad de un alimento no determina su valor nutricional.

Falacia del alegato especial

Esta falacia sucede cuando alguien argumenta que es una excepción a una regla general sin proporcionar una justificación suficiente para esa excepción.

Supón que en una familia existe la regla de que todos deben hacer sus propias tareas domésticas. Un día, uno de los hijos dice: ‘Sé que todos tienen que hacer sus tareas, pero yo no debería tener que hacerlo porque tengo mucho trabajo escolar’.

Este sería un ejemplo de la falacia del alegato especial si no proporciona una justificación válida para ser una excepción a la regla. Es posible que todos en la familia también tengan obligaciones importantes, y simplemente tener mucho trabajo escolar puede no ser una razón suficientemente buena para ser la excepción a la regla de hacer las tareas domésticas.

Falacia de la falsa dicotomía

Sucede cuando alguien presenta sólo dos opciones como si fueran las únicas posibles, ignorando todas las demás.

Por ejemplo, si yo digo: ‘O estudias medicina, o nunca tendrás un buen trabajo’, estoy cometiendo una falacia de la falsa dicotomía.

En realidad, existen innumerables carreras y caminos que pueden llevar a tener un trabajo satisfactorio y lucrativo.

Falacia de apelar a la naturaleza

Esta ocurre cuando se argumenta que algo es bueno simplemente porque es ‘natural’, o malo porque es ‘antinatural’.

Por ejemplo, si digo: ‘Esta medicina es mejor porque es 100% natural’, estoy cometiendo esta falacia.

Algunas cosas naturales son dañinas y algunas cosas artificiales son beneficiosas.

Falacia de la autoridad

Esta sucede cuando se afirma que algo debe ser cierto porque una autoridad o experto lo dice, sin considerar la evidencia.

Por ejemplo, si yo digo: ‘Deberías comprar esta computadora porque un experto en tecnología dijo que es la mejor’, estoy cometiendo una falacia de autoridad.

Deberíamos considerar la evidencia y las opiniones de varios expertos antes de tomar una decisión.

Falacia de la generalización apresurada

Esta ocurre cuando hacemos una conclusión general basada en una muestra pequeña o inadecuada.

Por ejemplo, si digo: ‘Mi abuelo fumó toda su vida y vivió hasta los 100 años, por lo tanto, fumar no es perjudicial’, estoy cometiendo una generalización apresurada.

Un caso no es suficiente para hacer una conclusión general sobre una población grande y diversa.

Falacia de petición de principio

Esta falacia ocurre cuando la conclusión de un argumento se asume en una de las premisas. En otras palabras, estás básicamente dando por hecho lo que se supone que debes demostrar.

Por ejemplo, si alguien dice: ‘Este producto es el mejor para la piel porque es el más efectivo’, está cometiendo una falacia de petición de principio.

Esta persona está asumiendo lo que se supone que debe probar – que el producto es efectivo. La efectividad del producto es exactamente lo que está en discusión, por lo que usarla como justificación es un razonamiento circular que no proporciona ninguna evidencia real para apoyar tal afirmación.

Falacia de apelar a la ignorancia

Esta falacia ocurre cuando se asume que algo debe ser verdadero porque no se ha demostrado que es falso, o viceversa.

Por ejemplo, si alguien dice: ‘Nadie ha podido demostrar que los extraterrestres no existen, por lo tanto, deben existir’, está cometiendo esta falacia.

La falta de evidencia no es evidencia en sí misma.

Conclusión

Estas falacias son sólo algunas de las muchas que pueden distorsionar nuestro pensamiento y nuestras conversaciones, por lo que es importante ser consciente de éstas para poder entender y discutir de forma lógica y precisa. Estando alerta a estas trampas lógicas, podemos trabajar para mejorar nuestras habilidades de razonamiento, comunicación y pensamiento crítico y, por lo tanto, tomar mejores decisiones.

Desafortunadamente, cuando estamos debatiendo, poniendo datos encima de la mesa y, en ocasiones, destruyendo falsos relatos de los adversarios, la única defensa que esgrimen es el uso de las falacias. Pero ya sabes, un argumento fuerte está basado en hechos, no en falacias.